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TECNICAS PARA INCENTIVAR A LA LECTURA EN LOS NIÑOS





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Los miserables

Los miserables

Los miserables
de Victor Hugo
Ebcosette.jpg
GéneroNovela histórica
Ambientada enParísDigne-les-Bains,MontreuilMontfermeil yElefante de la Bastilla
IdiomaFrancés
Título originalLes Misérables
EditorialA. Lacroix, Verboeckhoven & Ce. Bruselas, Bélgica.
PaísFrancia
Fecha de publicación1862
FormatoImpreso
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Los miserables (título original en francésLes misérables) es una novela del político, poeta y escritor francés Victor Hugopublicada en 1862, considerada como una de las obras más conocidas del siglo XIX. La novela, de estilo romántico, plantea a través de su argumento un razonamiento sobre el bien y el mal, sobre la leyla política, la ética, la justicia y la religión. El autor confesó que se había inspirado en Vidocq, criminal francés que se redimió y acabó inaugurando la Policía Nacional francesa, para crear a los dos protagonistas y que la historia de su país le había inspirado para situar el contexto histórico: por ello, los personajes viven la Rebelión de junio (1832) y los posteriores cambios políticos. Además, el autor analiza los estereotipos de aquel momento y muestra su oposición a la pena de muerte. En su núcleo, al fin, la novela sirve como una defensa de los oprimidos sea cual sea el lugar o situación sociohistórica que vivan.

Resumen de la obra

Volumen I: Fantine[editar]

En este volumen se entrelazan los destinos de Fantine y Jean Valjean.
El libro se abre con el retrato largo y detallado del obispo Bienvenue Myriel, el obispo de Digne, donde vive modestamente con su hermana Baptistine y de una criada, la señora Magloire. El religioso vive de solo lo que es necesario y distribuye el resto de sus ahorros para los pobres, siempre muestra un gran amor, deja la puerta abierta y confraterniza con aquellos a quienes la sociedad rechaza.
Su destino se cruza con el personaje central de la obra: Jean Valjean.
La acción comienza en 1815 con la llegada de Jean Valjean, el personaje principal de la obra, después de una sentencia de diecinueve años de prisión: víctima de un trágico destino, originalmente sentenciado a cinco años de prisión por robar pan para alimentar a su familia, ve ampliada su sentencia después de varios intentos de fuga. Su pasado como convicto lo abruma y en cada ciudad que pasa, escucha la negativa por ser un ex convicto con un pasaporte amarillo, universalmente rechazado; y sólo el obispo Myriel le abre la puerta para ofrecerle alimento y refugio. Jean Valjean, muestra un odio-amor y resentimiento con la sociedad. Sin ser muy consciente de sus actos, le roba su vajilla de plata al obispo y huye por la ventana. Cuando es detenido y llevado por la policía ante el obispo Myriel, éste cuenta a la policía que él le había regalado la vajilla de plata y que aún se había olvidado de darle dos candelabros del mismo metal, consiguiendo así que Valjean quede libre de nuevo. Después dice a Valjean que lo perdona y le ofrece los candelabros de plata, haciéndole prometer que redimirá su vida y se transformará en una persona de bien.
Perdido en sus pensamientos, Valjean roba sin querer una moneda de 40 sueldos de un saboyano llamado Petit Gervais cubriéndolo con su pie. Sufriendo por el remordimiento e incapaz de alcanzar a Petit Gervais, se vuelve consciente de sí mismo y en una epifanía, decide cumplir su promesa al obispo Bienvenue. Cambiando a este otro episodio en los Alpes, Jean Valjean reaparece en el otro extremo de Francia, bajo el nombre de Monsieur Madeleine y realiza su autorrescate: enriquecido por medios honestos, se convierte en el benefactor de la ciudad de Montreuil-sur-Mer y es nombrado alcalde. Simétricamente a la ascensión de Jean Valjean con su redención, somos testigos de la caída de Fantine; madre soltera que, para alimentar a su única hija Cosette, a la que deja con los Thénardier, cae poco a poco en la miseria hasta llegar a la prostitución y la muerte. Este volumen es una oportunidad para presentar a los personajes que siguen a Jean Valjean, desde el principio hasta el final de sus aventuras.
La señora y el señor Thenardier carecen de honradez y representan la pura maldad. Ambos son dueños de una posada, donde el señor Thenardier presume de haber sido un héroe veterano durante la Batalla de Waterloo, cuando en realidad mientras intentaba robar las pertenencias de los soldados caídos se topó con un oficial que todavía estaba vivo, y por remordimientos le salvó (más tarde se hablará de la relevancia de este acto). Sin embargo, también son padres de Éponine, cuyo heroísmo se ilustra más adelante.
Javert, quien interpreta a la justicia, implacable y rígido, ha puesto todas sus energías en la ley, su religión. ¿Podemos creer que Valjean, convertido en Madeleine, se ha salvado y ha logrado reintegrarse definitivamente en la sociedad? Victor Hugo no lo quiere. Para él, la honestidad es un compromiso. En virtud de una larga noche de vacilación, será compromiso de Madeleine rescatar a un pobre diablo, Champmathieu, erróneamente identificado como Jean Valjean y condenado en su lugar. Todos los beneficios de su nueva posición ayudan al señor Madeleine, según Victor Hugo, la injusticia sólo se hace para Champmathieu. Tras esto, Jean Valjean escapa a la justicia, sin embargo, regresa clandestinamente a cumplir con una última promesa realizada en el momento de su muerte a Fantine, a quien previamente había ayudado: debe salvar a Cosette, esclava del matrimonio Thénardier.

Volumen II: Cosette

Valjean de nuevo es capturado y condenado a trabajos forzados de por vida. Encarcelado en el puerto militar de Toulon rescata a un marinero atrapado en el aparejo de la nave. Los espectadores piden su liberación. Valjean finge su propia muerte por dejarse caer al mar. Las autoridades le dan por muerto. Entonces viaja hasta la posada de los Thérnardier en busca de Cosette. Descubriendo como tratan a la hija de la difunta Fantine, Valjean decide llevársela y adoptarla como su hija. Viven en los barrios parisinos más pobres hasta que son aceptados en un convento, al que llegan huyendo, una vez más, de Javert.

Volumen III: Marius[editar]

Por otro lado, Gavroche es un muchacho digno de ejemplo, ya que, aunque ha pasado por situaciones de hambre y pobreza, es gentil, generoso y con ideas revolucionarias. También es un hijo abandonado de los malvados Thénardier, los posaderos. Guillenormand es un señor de 90 años cuya hija se casó con un coronel que es dado por muerto en la batalla de Waterloo y que ha dejado a su mujer y a su Marius, un joven con una visión totalmente diferente a la de su abuelo, que quiere pertenecer a grupos revolucionarios. Todo cambia cuando se entera que su padre no está muerto, sino que está viviendo en Normandía, que prefirió renunciar a verlo, para que éste no perdiera una herencia. Cuando se puede reencontrar con su padre, es demasiado tarde: está muriendo, solo le pide que se mantenga fuerte en sus convicciones y que no renuncie a lo que él quiere.

Volumen IV: El idilio de la calle Plumet y la epopeya de la calle Saint-Denis[editar]

Jean Valjean se marcha del convento para no privar a Cossette de las libertades del mundo exterior y alquilan una pequeña casa. Un día, Marius ve a Cossette y se enamora perdidamente de ella. Cuando el joven habla con su abuelo del tema, éste se burla y le aconseja que la considere su amante, no su futura mujer.

Volumen V: Jean Valjean[editar]

El pueblo se levanta durante el entierro del general Jean Maximilien Lamarque y todos luchan por la revolución. Valjean rescata a Marius de unas graves heridas y lo lleva a casa de su abuelo. Le perdona la vida a Javert y éste le confiesa que lo ha estado persiguiendo y que no le fue sincero cuando lo prometió. Por otro lado, Marius no quiere que Jean Valjean siga visitando a Cossette, pues éste ya le había dicho que no era su verdadero padre, y deciden que las visitas serán cada vez más esporádicas con tal de que, con el tiempo, deje de verla.
La historia acaba un día en el que Cosette y Marius visitan a Valjean y lo encuentran en su lecho de muerte, estos le piden perdón al moribundo. Éste los abraza, considerándolos sus hijos y muere abrazado a ellos, feliz.

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Cuentos para niños. Uga la tortuga

Cuentos para niños. Uga la tortuga

Cuento infantil sobre la perseverancia y el esfuerzo

Los valores son las reglas de conducta y actitudes según las cuales nos comportarnos y que están de acuerdo con aquello que consideramos correcto. Este cuento, Uga la tortuga, especialmente, fomenta la perseverancia.
A través de los cuentos, fábulas o poemas los niños aprenden sobre su entorno, potencian su imaginación, desarrollan la creatividad y generan interés por la lectura.

Cuento infantil sobre la perseverancia

Tortuga
¡Caramba, todo me sale mal! se lamenta constantemente Uga, la tortuga. Y es que no es para menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas, casi nunca consigue premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona.
¡Esto tiene que cambiar! se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque le recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus tareas.
Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano.
-¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos; por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien que me ayudara a comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque era consciente de que había hecho todo lo posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas, sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.
FIN

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